El Harar amurallado: Ciudad de coexistencia

Curiosidad de Etiopía: El Harar amurallado: Ciudad de coexistencia

En el corazón de Etiopía, protegida por antiguos muros que narran historias de coexistencia, surge Harar, una ciudad emblemática donde culturas y religiones se entrelazan en un vibrante tapiz social. Este enclave, conocido como la ciudad amurallada de Harar, destaca no solo por sus impresionantes murallas, sino también como un fascinante ejemplo de convivencia pacífica entre musulmanes, cristianos y seguidores de religiones tradicionales africanas. Caminando por sus sinuosas calles, se puede observar cómo más de 80 mezquitas y santuarios se alzan cerca de iglesias e íconos culturales, bajo la mística protección de sus cinco puertas históricas. Cada rincón de Harar desprende un aroma a tradición y modernidad, donde el arte del comercio y los rituales religiosos pintan el día a día de los hararíes. La UNESCO ha reconocido este lugar como Patrimonio de la Humanidad, no solo por su arquitectura, sino por ser un luminoso ejemplo de tolerancia cultural. Descubre cómo el pasado y el presente se funden en Harar, ofreciendo una lección viva de convivencia y respeto mutuo.


El Harar amurallado: Mosaico cultural en el corazón de Etiopía

En el este de Etiopía se erige orgullosa la ciudad de Harar Jugol, conocida comúnmente solo como Harar. Esta ciudad es célebre no solo por su ancestral muro de protección que data del siglo XVI, sino también por ser un centro de coexistencia pacífica entre diversas etnias y religiones. Harar es considerada una de las ciudades santas del islam, conteniendo hasta 82 mezquitas y más de 100 santuarios, que se distribuyen en una extensión de apenas un kilómetro cuadrado, lo que la transforma en la ciudad con mayor densidad de lugares de culto del mundo por metro cuadrado.

La estructura amurallada de Harar, denominada Jugol, fue inicialmente erigida para proteger a sus ciudadanos de posibles invasiones externas. Hoy en día, estas antiguas murallas encapsulan un vibrante tapiz cultural y social, donde tradiciones musulmanas y cristianas ortodoxas etíopes se entrelazan con prácticas de otras minorías religiosas y étnicas. Esta armonía intercultural es lo que confiere a Harar su carácter excepcional. Además, la designación de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006 ha profundizado el reconocimiento internacional de su valor histórico y cultural.

La vida en Harar es un constante diálogo entre el pasado y el presente. Los mercados dentro de sus murallas bulliciosas exhiben una variedad de productos que van desde especias tradicionales y textiles hasta artefactos modernos. Uno de los eventos más representativos y peculiares es la alimentación nocturna de hienas, una práctica que refuerza la conexión especial de la gente de Harar con la naturaleza y los animales, y atrae a turistas de todo el mundo.

Además, Harar es también renombrada por su producción de café y su arte tradicional Gabi, un tejido etíope que constituye una parte esencial del vestuario local. La habilidad en la creación de estas prendas ha pasado de generación en generación, reforzando la identidad cultural y el legado artesanal de la ciudad.

Así, Harar no es solo un testimonio de la rica historia etíope, sino también un ejemplo viviente de la posibilidad de convivencia en diversidad. Constituye un modelo para el mundo entero sobre cómo la cultura y la fe pueden converger en un espacio compartido de respeto y armonía mutua. Su legado continua inspirando a aquellos que valoran la cultura y la paz global.


				
	
	

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