El amaranto, alimento de los aztecas

Curiosidad de México: El amaranto

En los vibrantes campos de México, donde la tradición y la naturaleza se entrelazan, crece un superalimento que era venerado por los aztecas como regalo de los dioses: el amaranto. Este grano minúsculo, pero poderoso, no solo destaca por su resistencia a las condiciones adversas, sino por su impresionante perfil nutricional. El amaranto fue tan esencial para las antiguas civilizaciones mexicanas que incluso jugaba un papel central en sus rituales y ofrendas. Hoy en día, este cultivo milenario resurge como una estrella de la cocina moderna, mostrando su versatilidad en desde ensaladas hasta postres energéticos. La relación única que el amaranto mantiene con la historia de México es fascinante, revelando cómo las prácticas agrícolas ancestrales pueden ofrecer soluciones contemporáneas a la nutrición y la sustentabilidad. Al explorar el impacto y las aplicaciones actuales del amaranto, descubrimos una ventana al pasado que aún resuena con relevancia moderna, demostrando que algunos secretos de la naturaleza son verdaderamente atemporales.


El Amaranto, alimento ancestral de México

El amaranto no es solo un alimento más en la dieta mexicana, es un legado histórico que ha influenciado profundamente la cultura alimentaria del país. Originario de América, este grano era considerado por los aztecas no solo como un alimento básico, sino también como una ofrenda a los dioses, indicando su valor espiritual y material. Durante rituales religiosos, los granos de amaranto eran mezclados con miel o sangre humana para formar figuras de dioses, las cuales eran adoradas y luego consumidas en una ceremonia llamada Tzoalli.

Este grano, caracterizado por su alto valor nutricional, contiene proteínas completas, es rico en fibras, antioxidantes, calcio, y hierro, lo que lo convierte en un superalimento. Resistente y adaptable, el amaranto prospera en suelos pobres y condiciones adversas, lo que aseguraba la alimentación de las poblaciones incluso en tiempos de sequía.

Aunque su uso disminuyó considerablemente tras la conquista española, debido a la prohibición impuesta por los conquistadores quienes asociaban sus prácticas religiosas con la idolatría, el amaranto ha visto un resurgimiento en las últimas décadas. Hoy en día, es un componente esencial en festividades como el Día de Muertos y es popular en la forma de dulces llamados alegrías, reflejando no solo su persistencia en la cocina mexicana sino también su renovada apreciación como parte del patrimonio cultural del país.


				
	
	

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