El son jarocho y la tarima de Tlacotalpan

Curiosidad de México: El son jarocho y la tarima de Tlacotalpan

En el corazón de Veracruz, entre la reserva del agua y el susurro de los bambúes, emerge un espectáculo de sonidos y colores conocido como El son jarocho. Esta tradición musical, intrínsecamente tejida en el alma de Tlacotalpan, se acompaña de una danza vibrante sobre la tarima de Tlacotalpan, una plataforma de madera que cobra vida bajo los pies de los bailarines. Cada zapateado resuena como un eco ancestral, invocando historias de amor, cotidianidad y resistencia que han pasado de generación en generación. La jarana, la leona y el requinto son algunos de los instrumentos que enriquecen este arte con sus melodías contagiosas. A medida que los bailadores hacen girar sus faldas y marcan el ritmo, la tarima se transforma en un lienzo de expresión cultural. Este rincón mágico de México no solo celebra su herencia, sino que invita a todo aquel que escucha a ser parte de una tradición viva, palpitante en cada compás. Sumérgete en la historia musical de un pueblo que canta y baila con el corazón en la tarima.


El Son Jarocho y la Tarima de Tlacotalpan: Un Patrimonio Cultural de México

El son jarocho es más que una simple expresión musical, es un poderoso símbolo de la identidad cultural de la región de Veracruz, México, particularmente en el pueblo de Tlacotalpan. Este género musical amalgama influencias indígenas, españolas y africanas, creando una expresión vibrante y única. Los instrumentos típicos como la jarana, el requinto y la leona, junto con la poesía cantada, conforman la base de esta música embriagadora.

Uno de los aspectos más distintivos del son jarocho es su ejecución en la tarima, una plataforma de madera donde los músicos y bailadores se unen en una celebración colectiva. La tarima de Tlacotalpan es particularmente famosa durante la fiesta de la Candelaria, celebrada en febrero, donde se convierte en el corazón de la festividad. Aquí, el zapateado —un estilo de baile en el que los pies golpean rítmicamente la madera— no solo acompaña la música, sino que también actúa como un instrumento de percusión más.

El son jarocho en Tlacotalpan es significativo por su capacidad de crear comunidad y fortalecer la identidad cultural. A través de las fandangos, reuniones comunitarias donde se toca esta música, se transmiten tradiciones, se fortalecen lazos comunitarios y se celebra la vida. Además, la inclusión de letras improvisadas permite que cada fandango sea una experiencia única y personalizada, una verdadera manifestación de la cultura viva.

Así, el son jarocho y su tarima no solo son icónicos en el panorama cultural mexicano sino que también son vitales para la conservación y el desarrollo de la rica herencia cultural del país. Son ejemplos de cómo la música y la danza pueden ser vehículos poderosos para la cohesión social y la perpetuación de la historia y las tradiciones de una comunidad.


				
	
	

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